domingo, 7 de diciembre de 2008

LLora la muerte de su gato.

soseki(1) "No es fácil escribir con los ojos anegados en lágrimas. No es fácil escribir, en efecto, cuando el sentimiento de culpa nubla la inteligencia y desgarra la conciencia. No es fácil escribir cuando un ser inmensamente amado que te amaba inmensamente muere y tú has sido el instrumento involuntario de esa muerte. No es fácil escribir cuando, para hacerlo, se aprieta la tecla de encendido del ordenador y lo primero que aparece en su pantalla es la imagen de la persona que se ha ido para siempre. No es fácil escribir, en suma, cuando no se tienen ganas de vivir.
¿Persona? Sí, aunque sólo (¿sólo?) fuese un gato, porque persona es todo lo que tiene alma, y Soseki la tenía. Quien lo trató, lo sabe. Era -¿es?- el ser más noble, más bueno, más simpático, más sensible, más inteligente e, incluso, más guapo que he conocido. Nos enseñó a amar. Así de simple, así de claro. ¿Se puede querer a un animal como a un hijo, como a una madre, como a un padre, como a un amigo? Se puede. Doy fe

Lo sé, lo sé. Es el fatum. Es un accidente. Sin volición no hay culpa. ¿Pero no es culpable la negligencia, la distracción, la falta de reflejos? No me absuelvo, no me perdono. ¿Qué penitencia debo cumplir para que Soseki me perdone y me absuelvan las personas a las que se lo arrebaté?.

Yace ahora al pie del olivo de mi jardín. Naoko y yo hemos escarbado su tumba diente a diente, lo hemos depositado boca arriba en ella, le hemos rascado la panza, ofrecida por última vez, mientras nos miraba con los ojos abiertos, apenas vidriados y llenos aún de amor, y hemos recibido de él, después de besarlo, su último adiós. Hizo suyo en el postrer instante el ideal de Roma: murió joven y tuvo un cadáver bonito. Tan bonito como en vida lo había sido no sólo su cuerpo. También sus actos y su alma.
Sabía que iba a morir. Su conducta en los días, las horas y los minutos anteriores a su óbito lo demuestra. Se despedía. Nos avisaba. Nos dio más amor que nunca. Naoko y yo, sorprendidos, lo comentábamos sin entender el porqué de esa actitud. Quería avisarnos de que el montacargas maldito es peligroso y, para ello, se inmoló.
Nos ha dejado, además de ese recordatorio, otras muchas cosas en herencia. Procuraremos usarlas bien y rayar siempre a la altura ética y estética de quien nos las legó.

(Resumen de lo publicado por F. Sánchez Dragó en "El Mundo").

1 comentario:

  1. Ay Perpe!! Qué tierno...buf!!,a mi, se me ponen los pelillos d punta,cuando leo ésto. Adoro a los animales.Perros,gatos... Nos superan!!lejos de un instinto irracional,(lógico).Basta una caricia en la cabecita, un gesto con agrado...y por supuesto, su comida,éa!!!suficiente,para que te agradezcan,te quieran,se acerquen a tí... sin palabras(no es necesario), sin condiciones(cómo debe ser!!) Tu Perpe,sabes,y me entiendes.Sí.También les quieres,les das cariño. De la nobleza,lealtad de algunos animales,deberíamos aprender. Si,aprender..."un poquito,no más!!"

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