domingo, 24 de agosto de 2008

Recargando las pilas

Ayer quedé con mi amiga Tere y comimos juntas con nuestros respectivos maridos. Hacía mas de un año que no nos veíamos y no paramos de hablar en nueve horas. Ellos también se llevan muy bien por lo que disfrutamos mucho con los paseos y la charla.

Tere es mi amiga desde los doce años, nos conocimos en el instituto, por cierto, eramos las dos muy buenas en Matemáticas. Las dos pertenecíamos a familias humildes que hacían verdaderos esfuerzos para darnos estudios y nosotras correspondíamos siendo buenas estudiantes. Hemos pasado la adolescencia y juventud juntas, me conoce mejor que yo misma. Siempre está ahí y aunque pase años sin verla, es como si la hubiera visto ayer.
Es una gozada tener una persona con la que que puedes hablar abiertamente de cualquier cosa con esa confianza, sabiendo que te entiende y te dirá lo que piensa sin tapujos, aunque no te guste.

Estuvimos recordando otros tiempos: Yo siempre había pensado que ella era la mas decidida, la mas segura y me sentía protegida a su lado. Y resulta que ayer me dice que de eso nada, que la decidida era yo, y ella se sentía protegida conmigo. ¡ Vaya dos...!

Hemos vivido un montón de aventuras juntas, porque Tere siempre era una constante en mi grupo de amigos, fundamentalmente enfermeras, y yo en el de ella, la mayoría maestras.

Nos encantaba la montaña, lo que ahora se llama senderismo y viajar:

Hemos recorrido la zona de Gredos en invierno, desde Navarredonda hacia Pico Almanzor donde hicimos noche en un refugio de montaña. ¡El frío que pasé esa noche!, la temperatura fuera era de -14º C. Eso si, había una luna llena inmensa, solo por eso valió la pena llegar hasta allí.

En otra ocasión subimos sin dificultad al pico de Peñalara, en pleno invierno todo nevado , pero en el descenso, a Tere no se por qué, la entró pánico y no era capaz de bajar. Allí, quieta, decía que no se movía. A todo esto ya era por la tarde y no podíamos entretenernos por si se hacía de noche. Nos hizo subir a otro amigo y a mi y entre los dos conseguimos que bajara.

Hicimos la garganta del Cares cuando por allí a lo mas, podías encontrar un rebaño de cabras.

Hemos bajado andando la calzada romana del puerto del Pico.

Nos fuimos en auto-stop en un camión desde Madrid a Burgos. En esta ocasión no se como me hizo caso Tere, ahora lo pienso y fue una barbaridad. El primer destino era Burgos donde teníamos que recoger a una amiga de Tere y desde allí a Santander donde nos reuniríamos con la hermana de su amiga.
Resulta que yo conducía desde hacía mas de 10 meses el coche que compraron mis padres pero que solo conducía yo, porque mi padre no tenía carnet. Les dije que quería llevarme el coche al viaje y no consintieron por lo que tuvimos una discusión de padre y muy señor mio. Como sería que mi padre me dijo que no volviera por casa. Y dije... a sí, pues me voy en auto-stop. Se lo comenté a Tere y ni cortas ni perezosas nos fuimos a la salida de de Madrid por la carretera de Burgos y en una gasolinera nos cogió un camionero joven que se portó maravillosamente con nosotras, el viaje fue de lo mas ameno y nos dejó sanas y salvas en Burgos.
¡Lo hace mi hija ahora y la mato!, entonces eran otros tiempos...
Bueno, a la vuelta me planteé si volvía o no a casa. Mi amiga Raquel me aconsejó que volviera como si no hubiese pasado nada y así lo hice. Mi padre el hombre, cuando me vio, solo me dijo que lo único que quería era que no le diera problemas.

La mayoría de los viajes que he realizado de joven (y de joven quiere decir hasta que me casé, que como dice el refrán: Te casaste la...), los he hecho en tienda de campaña, en camping o donde se terciaba. He dormido sin tienda, solo con el saco de dormir al aire libre, en varias ocasiones. Hay que aclarar que íbamos en grupo.
A
Tere no la gustaba que tirásemos la comida si sobraba y recuerdo que siempre decía: "Aqui no se tira nada, que hay mas días que ollas".

Aventuras tengo muchas pero os voy a cansar.

Ayer fue un día especial, me vine con las pilas cargadas a tope. Ver a los amigos de toda la vida te hace recordar como eras y tus ideales. Te hace tomar las referencias que casi has perdido, es como si volvieras a saber quien eres, porque con la vida tan acelerada que llevamos, vives por inercia, sin reflexionar, sin saborear la vida. A veces llegas a perder la conciencia de ti misma hasta el punto de no reconocerte.

Yo tengo la gran suerte te tener varias amigas con las que puedo contar siempre, de las que no te reprochan nada porque sabemos que la amistad está por encima de todo. No es mérito mio, es que ellas son extraordinarias.

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