jueves, 23 de abril de 2009

De tiendas por el barrio de Chueca.

Ayer estuvimos buscando ropa. Quedamos en la puerta del Sol, justo debajo del reloj para que no hubiera pérdida, desde allí recorrimos Preciados, Carmen, Gran Vía, y una vez en la calle Fuencarral, giramos hacia Chueca.

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Chueca es uno de los barrios mas castizos de Madrid, me gustaron sus calles estrechas, sus bonitos edificios y su plaza rodeada de cervecerías y cafés, muy europea. Esta zona prácticamente no la conocía, solo había ido por la calle Barbieri porque allí vivía una amiga mía, pero de esto hace mas de 30 años.

Chueca está  habitado mayoritariamente por gays, y lo han transformado completamente. El barrio tiene un encanto especial, repleto de tiendecitas con muy buen gusto, con artículos muchos de ellos de diseño, y donde puedes encontrar cosas que con toda seguridad no vas a encontrar en ningún otro sitio.

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Algunas tiendas son tan pequeñas que tienen a la venta escasamente una docena vestidos, en ocasiones  confeccionados  por el propio dueño de la tienda. Entramos en una que apenas disponía de sitio para la ropa y guardaba algunas tallas mas de los trajes expuestos en dos maletas antiguas que tenía en el suelo como decoración, lo que  nos hizo mucha gracia. Entramos en otra que en apariencia era una cafetería, muy amplia y moderna, pero además tenían  a la venta:  Vestidos  y complementos de diseño, artículos de decoración, libros..., todo muy exquisito. También  hay tiendas de decoración con muebles antiguos y, sobre todo, bastantes tiendas de calzado de buena calidad. La gente es encantadora y te dan mucha confianza.

chueEl barrio estaba muy animado. Como hacía buen tiempo las terrazas en las plazas estaban repletas, en su mayoría gays: gente por lo general educada y culta con extraordinaria sensibilidad y sentido del buen gusto. El barrio es cosmopolita y tranquilo, y se respira un clima especial de libertad y modernidad.

Terminamos en la calle Hortaleza donde por fin compramos el vestido que tanto nos había costado encontrar, justo cuando empezaban a cerrar las tiendas. Llegamos a Alonso Martínez  completamente agotadas después de cinco horas de andar y dar vueltas, y desde allí cogimos el metro para volver al lugar de partida.

Vale la pena ir, os lo recomiendo.

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